Innovación de San Valentín
¡Hola a todos!
En el primer post, exploré lo que en Idearia llamamos el "Teatro de la Innovación": esos proyectos disruptivos, diferentes, tecnológicos e impactantes que podríamos comparar con los trajes amarillos huevo de bolitas rojas.
Sin embargo, estos proyectos a menudo carecen de un elemento crucial: generar valor real para la organización.
En el segundo post, traté de profundizar en la "Ecuación de Valor" y cómo esta nos ayuda a comprender la verdadera naturaleza de la innovación.
Traté de explicar que la innovación es generación de valor y que esta generación de valor es dinámica: lo que hoy puede generar valor, mañana podría convertirse en una necesidad estándar del mercado.
Por lo tanto, las empresas deben tener programas de innovación continua que las hagan ambidextras, capaces de explorar el negocio del futuro mientras siguen explotando, en buen sentido, su modelo de negocio actual.
Después de esta introducción, quiero pasar al tema de hoy: dos puntos clave para la innovación.
Pero déjame empezar con una analogía inversa del amor y la innovación:
El amor humano es una maravilla; Una característica del amor humano es que te dice “te amaré para siempre”.
Creo que nadie pensaría bien de un amor si te digo: “te amaré hasta fin de año”.
Las canciones de amor hablan siempre de “amor eterno”
Pasemos ahora del amor a la empresa. Llevemos este concepto al mundo empresarial teniendo en cuenta que la analogía aquí, es inversa.
Imagina una empresa con un modelo de negocio "para siempre".
Esta mentalidad es buena receta para complicaciones, como lo demuestran casos como Kodak, Blackberry, Blockbuster, Palm y muchas otras empresas que, a pesar de haber sido muy exitosas en su momento, ya no existen ahora, o han dejado de tener éxito comercial.
¿Qué suele pasar con las empresas y con nosotros cuando nos va bien?
Llevemos el amor "humano" a la empresa.
Cuando alguien está enamorado, tiende a no ver los defectos de la persona amada; la ve más joven, más guapa, más inteligente, etc.
Sin embargo, este mismo fenómeno puede ocurrir en el mundo empresarial: si te enamoras de tu modelo de negocio, no verás los errores, los desafíos y los puntos de mejora de tus productos y servicios.
El amor también se describe como "ciego e incondicional".
En el mundo empresarial, debemos “desenamorarnos” de nuestros productos y servicios.
Esto no significa desvincularte de tu empresa, ¡para nada!
Pero sí significa que debes reconocer que tu modelo de negocio puede volverse obsoleto, y que debes estar dispuesto a adaptarte y evolucionar constantemente.
Para seguir ilustrando este punto, ampliemos la analogía del amor con éstas dos historias:
Imagina a un chico que quiere pedirle matrimonio a su novia. Para sorprenderla, organiza una cena romántica en el restaurante más exclusivo de la ciudad. Coordina todos los detalles, desde la decoración hasta la música de fondo. Cuando llega el momento de la pedida, saca un anillo de la talla 20, que pertenecía a su bisabuela, y se lo ofrece a su novia, con las siguientes palabras: “la que se quiera casar conmigo más vale, que le quede y que le guste este anillo, ¿te quieres casar conmigo…?
Según tú ¿habría boda?
Probablemente no; la realidad es que el anillo es demasiado grande y no se ajusta al dedo de la novia. Además, no es el estilo que a ella le gusta. A pesar de todos los esfuerzos y la buena intención del chico, la propuesta de matrimonio resulta ser un fracaso debido a la falta de consideración por los deseos y necesidades de la novia.
En otra historia, otro chico decide comprar un anillo de diamantes carísimo, considerado como el mejor de la joyería. Cuando sale de la tienda, el hombre muestra orgulloso el anillo y dice al aire: “tengo anillo quién quiere boda, quién quiere boda…”.
A pesar de tener el anillo perfecto, le falta la novia y el verdadero deseo de complacer a alguien. Probablemente su propuesta no será bien recibida; al menos no por amor.
En ambos casos, queda claro que el amor y la dedicación deben ir de la mano con la comprensión y la consideración de las necesidades y deseos de la otra persona.
Lo mismo ocurre en el mundo empresarial: debemos desenamorarnos de nuestros productos y servicios para poder adaptarnos y evolucionar constantemente, centrándonos en las necesidades y deseos de nuestros clientes.
En las empresas hacemos lo mismo que el primer chico: montamos todo perfecto, pero entregamos el producto o servicio que nos conviene, no el que el cliente quiere.
O peor aún ni siquiera conocemos ni el mercado ni el cliente y pensamos que con promocionar venderemos; quizas sí, pero sería mucho mejor si tenemos al cliente, lo conocemos y le damos lo que necesita.
En resumen, hemos recorrido la ruta de la innovación:
1. Debe generar valor.
2. Es dinámica.
3. Desenamórate de tus productos y servicios.
4. Enamórate del cliente y sus necesidades.
Saludos,
Miguel Oquendo
Director para C.A. de IdeariaLab
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