Innovación cuaresmática
“Innovación cuaresmática"
Cada vez que me toca hablar de innovación a un consejo directivo, a un grupo empresarial o a veces en el aula, suelo iniciar con esta pregunta: en pocas palabras ¿qué es innovación?
Las respuestas que encuentro son las que podría catalogar como “clásicas”, innovación es: tecnología, cambio, disrupción, pensar fuera de la caja, hacer algo nuevo, rehacer, impactar, hacer diferente, etc.
¿Realmente eso es innovación?
La “innovación” es un término amplio, multifacético pues abarca una variedad de conceptos y enfoques.
De hecho, hice esta misma pregunta, de manera abierta, en dos perfiles de redes sociales. Las respuestas me ofrecieron una visión valiosa sobre lo que estas personas piensan sobre qué es la innovación.
Por ejemplo, un amigo escribió: “la innovación es la habilidad para combinar diferentes piezas y crear una obra maestra única. Es el arte de pensar de manera creativa y original, rompiendo barreras y explorando ideas nuevas y enfoques”.
Y otro por su parte, me describió innovación con una fórmula que multiplica tres elementos: "Innovación = Oportunidad x Creatividad x Ejecución. Si la innovación no hace sonar la caja registradora, no merece ser llamada Innovación."
Alguién más me ponía: "es un proceso que permite salir del status quo, pero siempre agregando valor."
Otro a su vez comentaba que la innovación es un "proceso para descubrir nuevas formas de resolver algún 'problema' de una forma más creativa o eficiente de la que se resuelve actualmente." –
Otro fue más lacónico, "crear y solucionar."
Y otro fue conciso: "cambiar, para bien."
Entre las respuestas clásicas y las “definiciones” que mis amigos dieron en mis redes sociales, podemos encontrar elementos importantes de la innovación.
Como se puede ver en algunas definiciones, la innovación debe incluir el ser diferente y disruptivo, debe agregar valor a la organización y, sobre todo, a sus clientes.
Me gusta recordar que la innovación es, fundamentalmente generación de valor.
Esta idea que aprendí de mi mentor, socio y amigo Jorge Peralta ha sido fundamental en mi comprensión de la innovación.
Me encantaría ilustrar este punto con un ejemplo. Piensa que entro a una sala de conferencias, vestido con traje completo. Ahora imagina que el traje es color amarillo “huevo” con puntos grandes de color rojo; la corbata tendría un delicioso color morado cuaresmático.
Pienso que nadie que esté en la sala de conferencias pensaría de mi como “un tipo innovador” … al contrario, casi todos pensarán: “está loco; es un estrafalario; payaso; fuera de lugar…”.
Este atuendo es claramente disruptivo, impactante, fuera de la caja, diferente… pero no genera valor alguno. Más bien, destruye valor: pierdo cualquier prestigio que hubiese tenido.
A veces pienso que en algunas organizaciones hacen proyectos tipo “traje amarillo huevo con bolitas rojas y corbata cuaresmática”, disruptivos, diferentes, fuera de la caja, pero sin valor real para el cliente.
Este ejercicio de imaginación nos puede ilustrar que la innovación no se trata solo de ser diferente por el simple hecho de serlo… si eliminamos “agregar valor” de la formulación básica, no tenemos una verdadera innovación.
Agregar valor, generar valor, es el objetivo principal de la innovación.
Este valor es el que puede impulsar el éxito y el crecimiento a largo plazo.
Es nuestra misión y obligación en la empresa fomentar una cultura de innovación centrada en la creación de valor para todas las partes involucradas.
Saludos, Miguel Oquendo, Director de IdeariaLab C.A.
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